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IDEARIO

Nuestra visión del ser humano está inspirada en el Paradigma Pedagógico Ignaciano.

 

Este paradigma exige la inserción permanente de la práctica de valores y el crecimiento personal dentro del currículo existente, "poniendo énfasis en descubrir y analizar las estructuras, relaciones, hechos, cuestiones, intuiciones, conclusiones, problemas, soluciones e implicaciones que, en cada disciplina concreta, sacan a la luz lo que significa ser persona.”[1]

 

Formar hombres y mujeres para los demás partiendo de la idea de que: “un mundo nuevo de justicia, amor y paz necesita personas formadas en la competencia profesional, en la responsabilidad y en la compasión; hombres y mujeres que estén preparados para acoger y promover todo lo realmente humano, que estén comprometidos en el trabajo por la libertad y dignidad de todos los pueblos, y tengan voluntad de hacerlo así en cooperación con otros igualmente dedicados a modificar la sociedad y sus estructuras.”[1]

 

La pedagogía Ignaciana es una filosofía con 500 años de antigüedad que sigue vigente y que se vincula con las teorías socioconstructivistas del conocimiento, con las de la escuela activa y con los principios de una formación humanista basada en la educación para que los alumnos alcancen una autonomía moral e intelectual.

 

Esta pedagogía busca crear las condiciones que nos permitan vivir experiencias que nos lleven a una reflexión que se traduzca en acción y que tenga como resultado el desarrollo de competencias personales, grupales y comunitarias. Es por eso que nuestra propuesta pedagógica está centrada en la persona, porque nuestros alumnos son el eje del proyecto educativo: protagonistas, responsables y constructores de su aprendizaje.

 

Esta propuesta promueve:

 

  • Los valores humanos, como el respeto, la justicia, la paz, la honestidad, la solidaridad, la lealtad.

  • La conciencia social, de manera que se adquiera un compromiso de respeto a la vida de otras personas, de inclusión, tolerancia y de participación, de tal manera que no sólo nos adaptemos a la sociedad, sino que actuemos y logremos modificarla para mejorar la calidad de vida de quienes viven a nuestro alrededor.

  • La conciencia ecológica, porque la responsabilidad del cuidado del medio ambiente debe de ser una forma de vida para todos nosotros, lo cual nos compromete a realizar labores tangibles para cuidar y mejorar la naturaleza.

  • La identificación con el entorno, una escuela con sabor a Yucatán, donde se da importancia al entendimiento y discusión del entorno local, así como a temas relacionados con la rica cultura peninsular, pero donde también se considera que estamos insertos en un mundo globalizado.

  • La conciencia nacional, ya que promovemos y damos significado a la historia de nuestro país y valoramos profundamente la cultura y las tradiciones mexicanas.

[1] Pedagogía Ignaciana. Un tratamiento práctico Vincent J. Duminicu, SJ

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